LLEGA el mes de septiembre y, con él, la rentrée literaria otoñal.
Las librerías se llenan de novedades y las páginas de los diarios de
recomendaciones para no perderse entre la avalancha editorial. Cierto: hay
muchos libros y muy diversos, pero ¿y qué hay de los lectores? ¿Somos todos
iguales? Claro que no. Por eso en The Atlantic han elaborado una clasificación de
las especies más comunes: el promiscuo, el cascarrabias, el ocupado, el
somnoliento... Quienes estén en la categoría del anti-lector ya habrán dejado
de leer –hasta los blogs les parecen largos–(…).
He aquí la guía de diagnóstico que han elaborado en The Atlantic para ayudarnos a descubrir el tipo
de lector que llevamos dentro:
El lector promiscuo: empieza un libro y no duda en abandonarlo por otro.
Así es su dieta lectora. No puede evitarlo. Le gusta demasiado leer y no sabe
decir que no.
El lector cascarrabias: voraz a la par que exigente. Nunca
deja un libro a la mitad aunque no le guste nada y opine que el autor no sabe
juntar dos frases seguidas con sentido. Suele lanzar el libro contra la pared.
El lector cronológico: lento y constante. Se compra un
libro, lo lee y vuelve a la librería a por otro. Es la antítesis del lector
promiscuo. Sólo abandona un libro sin terminar de leerlo si tiene una razón de
peso y ni con esas se libra de los remordimientos de conciencia.
El lector aniquilador: siente pasión por los libros, los
lleva a todas partes y, por eso, toda su biblioteca está formada por libros con
las hojas sueltas, las cubiertas rotas y las páginas amarillentes. Quiere tanto
a sus libros que ni se da cuenta de que les hace daño.
El lector ocupado I: amante de los libros, entra a una librería y no
puede evitar comprar varios ejemplares. Luego llega a casa y los coloca en una
estantería o en la mesita de noche como si fueran una obra de arte. Pero está
muy ocupado y tarda meses, años incluso, en abrir los libros y leerlos. Cuando
lo hace, lamenta haber tardado tanto en leer esa maravillosa pieza literaria.
El lector ocupado II: no le gusta leer, compra los libros para presumir.
El librófilo: más que leer, le gustan los libros. Los viejos, por
su olor, sus arrugas y sus páginas amarillentas, y los nuevos, por su olor, su
frescura y su disponibilidad.
El anti-lector: nunca lee libros porque son demasiado largos.
El espíritu libre: dícese de un adulto que lee literatura para jóvenes o
de un niño que lee libros para adultos. Antaño esto era causa de sonrojo, pero
ya no. La sociedad ha aceptado a estos espíritus libres que nunca han hecho
caso de las estrictas categorías del mercado editorial.
El multi-tarea: lee varios libros a la vez, confunde tramas y
personajes, pero siempre los termina.
El lector somnoliento: sólo tiene tiempo de leer cuando
acaba el día, en la cama. Está comodísimo y el libro es fantástico, pero no
consigue mantener los ojos abiertos y se despierta a las tres de la mañana para
cerrar el libro y apagar la luz. (vía The Atlantic)
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Extraído de: LETRAS EN 360º
"¿Qué tipo de lector eres?"
Por: Virginia Collera, El País, 03/09/2012