sábado, 10 de noviembre de 2012

viernes, 9 de noviembre de 2012

Sobre la enseñanza de la escritura en cuatro lecciones



"Escribir es algo que no se sabe cómo se hace. Uno se sienta y es algo que puede ocurrir o puede no ocurrir. Y entonces ¿cómo es posible enseñar a alguien a escribir? No consigo entenderlo porque nosotros mismos no sabemos si seremos capaces de escribir". (*)

Bueno, entiendo que ya esto es una regla, o más bien dos: 1) no se sabe cómo se hace, 2) no se puede enseñar. Ya esto es enseñar algo. Pero además, creo que podríamos añadir otras tres cuestiones más a enseñar: 3) cuáles son las actitudes que favorecen el advenimiento de la escritura; 4) cómo podemos favorecer  el fluir del proceso una vez iniciado sin interrumpirlo… y,  5) cómo podemos perfeccionar la capacidad (o refinar la sensibilidad y el olfato) para detectar logros, aciertos y hallazgos…
Curso, pues, en cuatro lecciones.

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(*) Charles Bukowski, en una entrevista que le realizó Fernanda Piovano, publicada con el título “Lo que más me gusta es rascarme los sobacos.”

jueves, 8 de noviembre de 2012

El escritor auténtico





EL ESCRITOR auténtico escribe justamente sobre lo que no sabe y desconoce, en cada nueva obra avanza a tientas por una accidentada geografía todavía no cartografiada, descubriendo (y mostrando) inéditas, insospechadas perspectivas, asombrosas facetas de la realidad y del oscuro y poliédrico ser del hombre, dando cuerpo a los sueños, anhelos, miedos y fantasmagorías propias,  que en gran medida serán los de la totalidad de la humana especie.

 Por eso, aun cuando puede acometer a lo largo de toda su vida creativa obsesivas variaciones sobre un mismo “tema”, un gran escritor jamás se repite, y su voz es única y reconocible “al vuelo” como el sonido intenso, hondo y cálido de un músico de jazz.

Carlos Enrique Cabrera

La escritura como pulso y respiración








SEGUIR el ritmo interior es la forma más correcta y sin duda más auténtica de acometer el proceso de escritura, dejándose llevar por él y que sea el propio palpitar del pulso y de la respiración (pneuma, para los griegos, que lo era todo y lo olvidamos hoy tan a menudo) sin interrupciones de ninguna índole el que conduzca nuestras ideas, emociones y sentimientos, formando oraciones y párrafos. Si la escritura es algo, es ese ritmo vital que se hace lenguaje, tornándose así comunicable, transmisible, inteligible para los otros y, además, perdurable. Luego, posteriormente, viene el proceso de corrección, más racional y arduo y que es por lo general una labor de reubicación, cambio y, sobre todo, de supresión y poda.

La escritura

 por

MARCOS GIRALT TORRENTE




TENER presente que la escritura es una disciplina que exige concentración y rigor; no creer en la inspiración sino en el trabajo; saber que éste empieza antes de ponernos a escribir, en la mirada, y que por eso hay que entrenar la pluma tanto como los ojos con los que vemos el mundo; olvidar en lo posible nuestra propia vida, pero convertir la escritura en una prolongación de ella escribiendo solamente sobre asuntos que nos importan; no conformarnos con la primera versión de un texto, releerlo y corregirlo cuanto consideremos necesario…


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Extraído de: "La derrota de la página en blanco",
El País , 23 abril de 2010
Veintiún escritores hispanos reflexionan sobre la tarea del escritor y ofrecen algunas recomendaciones a los autores noveles en vísperas de la celebración del Día de Libro, 

http://www.elpais.com/articulo/portada/derrota/pagina/blanco/elpepucul/20100417elpbabpor_3/Tes


MARCOS GIRALT TORRENTE

(Madrid, 1968)

Todo pensador es un auténtico guerrero



el terrible censor no está fuera sino dentro, y te engaña
RAFAEL ARGULLOL





PENSAR es difícil. Son muchos los elementos de la realidad que conspiran contra esta excelsa actividad del intelecto. En una lista que de ningún modo pretende ser exhaustiva, podemos citar: el temor, el miedo, la abulia, la apatía,  la modorra, la pereza, el acomodo, el adocenamiento, la autocomplacencia,  la vanidad, el amor propio, la obcecación, la mediocridad, la estolidez, los prejuicios, los clichés, los eslóganes, las frases hechas, los lugares comunes y los tópicos; pero también las pasiones, las emociones, los sentimientos; el hábito de acomodar la realidad a las propias necesidades, aspiraciones e intereses; la extrema debilidad y cobardía de la censura y la autocensura, la falta de concentración, de observación, de capacidad crítica y analítica; el inadecuado uso y manejo de  la  lógica, del sentido común  y del lenguaje... 

Pensar supone despojarse de muy pesados fardos, lastres y cadenas, templar a fuego lento el espíritu, aguzar al máximo el intelecto, entrenarse de forma rigurosa y continuada en severas estrategias.
  
Para alcanzar un pensamiento propio e independiente debemos  asumir con coraje, decisión y valentía el riesgo, la  aventura existencial e intelectual, la extrema libertad.

 Todo pensador es un auténtico guerrero.